jueves, 5 de marzo de 2015

Organizaciones: Los Cronistas

Con la creación de Ilpedon, Kyluar incluyó gran cantidad de poderes y potencias inexistentes en Universo. Una de estas fueron los Cronistas.

Se designó a una persona, perteneciente a una de las razas, como Cronista. Conseguiría enormes poderes de origen divino, e inmortalidad. A cambio, su cometido en la vida sería viajar por el mundo, observando y escribiendo los acontecimientos importantes que ocurrieran. Archivaría todo esto en una isla, al sur de Ilpedon, que se conoce como Rimk'na, y compartiría su conocimiento con aquellos que lo desearan y fueran dignos.
Sin embargo, esos mismos poderes le impedían tomar parte de ninguna de las maneras en el devenir del mundo. Pasaría inadvertido, ocultaría su presencia, y no actuaría, a menos que el destino del propio mundo estuviera en juego (cosa que solo ha ocurrido una vez en toda la Historia de Ilpedon).
Además, llegado el momento, debería legar sus poderes divinos, y descansar en paz. Cuando un acontecimiento realmente importante tomara lugar en el mundo (una gran guerra, un gran descubrimiento), el Cronista se debería presentar ante el protagonista de ese acontecimiento, una vez pasado, y transmitir su carga a este, para que contara sus hazañas de primera mano y luego continuara con la labor. Por lo tanto, siempre hay un Cronista vivo, pero sólo uno a la vez.

Así, aparecieron los Cronistas en Ilpedon, y así se han mantenido.

Inicios de la Tercera Era

Al principio todo fue muy confuso, como era de esperar. Hizo falta un siglo para que los Elegidos de Volnavut consiguieran unificar todo Ilpedon bajo una bandera, el Concilio de los Elegidos. Esto llevó a una época de paz y prosperidad, que duró casi medio milenio, en el que los antiguos reinos raciales fueron difuminándose progresivamente.
Pero todo acaba. Ciertos sectores comenzaron a mostrar ideologías diferentes, y en el propio Concilio, los Elegidos fueron discrepando cada vez más. El Concilio se fue fragmentando, y medio siglo mas tarde, plagado de conflictos y guerras, Ilpedon paso a estar dividida en las seis regiones características de la Tercera Era.

· El Pueblo del Bosque y el Reino de Kyluar fueron los dos primeros en fundarse y desanexionarse del Concilio. Ambos casi a la misma vez, con ideologías tradicionalistas parecidas, pero no comunes. Por ello, a pesar de ser regiones distintas, mantienen buenas relaciones.

· AIOS fue la siguiente región en fundarse, precisamente con el objetivo de evitar que volviera a pasar lo que había ocurrido con el Puebo y el Reino. Eran el sector militar del antiguo Concilio, y querían hacer las cosas a su manera.

· La Tierra del Saber apareció poco después. Ante el deterioro del Concilio, Nerhes aprovechó para liderar su propio estado, basándolo en lo que creía que era la solución a todo: el conocimiento. Un siglo más tarde, comenzarían a desarrollar la Tecnomagia.

· Uniona y Nerael fueron las últimas regiones independientes en tomar forma. Uniona, en realidad, fue el nombre que se le dio a lo que quedaba del Concilio, dirigido ya por los tres últimos integrantes de éste: Minerva, Gilraen y Ahlana. Esta última era la encargada de proteger una de las fronteras Uniona, y para ello creó una ciudad con el nombre de Nerael. AIOS, alegando que la había construido en sus dominios, comenzó una guerra por el territorio, en la que Ahlana pereció. Gilraen y Minerva no participaron en las batallas, pero consiguieron terminar con el conflicto mediante un tratado de paz con AIOS. Esto genero un descontento en los habitantes de Nerael, ciudad que a pesar de ser joven, había crecido extremadamente rápido debido a las riquezas de sus tierras y a la gestión de Ahalana y sus otros dirigentes. Acusaron a Gilraen y Minerva de cobardes, y de no haber participado junto con Ahalana en la lucha. Llegaron incluso a culparlos de su muerte. Al final acabaron por rechazar Uniona y se declararon una Ciudad Estado independiente, que prosperó increíblemente, adoptando poco a poco la filosofía del bienestar y del capitalismo brutal que la caracteriza.


Respecto a otros aspectos del mundo, debemos destacar que los nuevos psíquicos comienzan a nacer, sin explicación ni causa aparente, durante la época de paz del Concilio de los Elegidos. Por otro lado, los seres elementales y mágicos que antes vivían en otros planos de Ilpedon, tras la unificación de estos, fueron cazados, atados o se escondieron en lugares recónditos en los que han podido adaptarse, quedando cada vez menos.

El paso a la Tercera Era

Durante toda la Segunda Era, existieron dos seres inmortales y poderosos en Ilpedon, dos seres que fueron clave en la llegada de Volnavut y el inicio de la Tercera Era. Estos dos seres son Lahalia y Neherius.

Lahalia, la última feérica. Ella fue el hada de la que el Dios Oscuro Raulyk se enamoró cuando bajó a Ilpedon en la Primera Era, en forma de humano, para explorarlo. Tuvieron una aventura, y fruto de esta nació Neherius. Tras el paso a la Segunda Era, Lahalia fue la única de su raza que sobrevivió, nadie sabe el porqué con certeza. Por alguna razón, se convirtió en inmortal, y crió a su hijo en secreto, escondiéndose ambos de las miradas del resto de Ilpedon. Neherius creció, siendo un semi-feérico, y el hijo de un dios. Tras alcanzar la madurez, su cuerpo paro de envejecer, y resultó ser inmortal al igual que su madre. Ambos vivieron una vida de viajes y secretismo, durante muchísimos años, felices.

Pero llegó el momento en el que Neherius fue verdaderamente consciente de su pasado, de su origen, y del poder que encerraba. Fue entonces cuando se separó de su madre, y comenzó a reunir seguidores para la que sería Orkashaj, una organización cuyo objetivo era el mundo. Muchos de sus integrantes eran descendientes de los Oráculos Oscuros, que fueron aquellos que comenzaron a oír la voz de Raulyk en lugar de la de Kyluar.

Con el tiempo, Orkashaj ganó mucho poder, y Lahalia tuvo que reunir a una serie de aventureros, que la ayudaron a destruirla, y a matar a su propio hijo. Tras esto, ella se convirtió en Cronista, y la paz volvió a Ilpedon, pero solo durante algún tiempo.

Varios años más tarde, el verdadero plan de Neherius comenzó a dar sus frutos y a salir a la luz, incluso tras su muerte. No buscaba dominar Ilpedon, si no destruirlo... con un objetivo. Orkashaj no era más que la punta del iceberg del mal que acechaba al mundo. La verdadera organzación criminal tenía un nombre tan simple como directo: Enemigo Oculto, E.O. El papel de esta macro-organización, con varias divisiones más allá de Orkashaj (los Moldeadores de Carne, los Subyugadores de Almas...), era crear el caos, tanto como pudieran, para desatar un antiguo sistema de control instaurado por Ello, el dios primigenio, al crear el mundo. Este sistema se llamaba Volnavut, y según las antiguas escrituras, era un ser indestructible, escondido en las entrañas de la tierra, que despertaría cuando la entropía del mundo alcanzara límites desmesurados, con la única misión de devorar y destruir. Un nuevo comienzo, un reseteo. Neherius, y E.O., estaban convencidos de que de esta forma, activando Volnavut y creando caos, llamarían la atención de los dioses. Durante toda la Segunda Era, Ilpedon había sido un mundo sin dios, los Oráculos ya no oían su voz. En el fondo, era la pataleta de un niño que nunca tuvo un padre, formando alboroto para que este le echara cuenta. Solo que en este caso, el padre en cuestión era un dios. 

De nuevo, héroes se alzaron contra el mal, y lucharon contra E.O. y contra su líder, la Sombra de Neherius (no se mata a un semidios tan fácilmente). Hubo guerra, y a pesar de sus esfuerzos, y tras la muerte de Lahalia, Volnavut despertó. Sin embargo, solo tuvo tiempo de cobrarse una víctima, que fue precisamente la Sombra. Tras devorarlo, un ente, una especie de nave de colores y formas extrañas, apareció cubriendo gran parte del cielo de Ilpedon, destruyendo en el acto al ser que acababa de despertar con algún tipo de rayo. Una voz extraña, indescriptible, resonó en la mente de todos los habitantes de este mundo. Decía ser el verdadero Volnavut. Tras la unión de Raulyk y Kyluar en el final de la Primera Era, Ello volvió a existir, y abandonó tanto Ilpedon como Universo para formar nuevos mundos. Y, además, según la voz, también creo un nuevo y mejorado sistema para supervisar los distintos mundos que creara, el nuevo Volnavut. Su cometido era el mismo, pero lo llevaba a cabo de manera consciente e inteligente. Decidió dar una última oportunidad a Ilpedon. Dio poderes nuevos, poderes psíquicos, antes inexistentes en este mundo, a diferentes personas elegidas. Deberían usarlos para traer de nuevo el orden, de la manera que les pareciera oportuna. Por contra, si volvía a detectar unos niveles de caos tan enormes, volvería y acabarían con todo. Como última acción, unificó la mayoría de planos de existencia de Ilpedon, para reducir el caos. Acto seguido, Volnavut se fue, dejando a sus Elegidos al mando de un mundo sumido en el caos absoluto. 

Así comenzó la Tercera Era.